En este taller conocerás que es el hambre emocional y aprenderás a diferenciarlo del hambre física y cómo la Alimentación Consciente te puede ayudar a mejorar tu relación con la comida y tu estado de ánimo, conseguir una nutrición adecuada y tu peso saludable. Te ayudaremos a introducir la consciencia plena en tu alimentación, proporcionándote salud, bienestar y autoconocimiento. Es un taller Teórico – Práctico – Vivencial dirigido a desarrollar habilidades que l@s asistentes puedan poner en práctica en su día a día.
Vivimos en una sociedad de prisas y estrés, en la que se nos incita a actuar de forma compulsiva. Desconectad@s de la vida, de nuestro cuerpo y de nuestras necesidades. Este estrés continuado no nos permite saborear el momento, ni llevar una vida plena, y esto, tiene un impacto negativo en nuestra alimentación, sobre la que volcamos nuestras insatisfacciones y vacíos que termina en forma de ansiedad por la comida y una alimentación deficiente.
A veces comemos de forma automática, sin ser conscientes de ello. Simplemente porque es la hora, porque hay comida en el plato, porque pasamos por una cafetería, porque lo dice la dieta o un especialista, porque nos sentimos tristes, aburrid@s o con ansiedad por comer. Otras veces comemos por miedo a sentirnos vací@s, porque al comer nos sentimos querid@s y reconfortad@s, porque encontramos en la comida esa «compañía» que no nos juzga, porque en casa, la comida siempre ha sido un motivo de alegría y celebración. En definitiva, un conjunto de aprendizajes emocionales que hemos ido adquiriendo bocado a bocado. Comer pasa a ser un acto rutinario al que no prestamos la atención que merece y esto hace que la comida se convierta en una fuente de ansiedad.
Ante la poca o nula educación dirigida a reconocer y gestionar los estados de ánimo y las emociones, es muy habitual confundir el hambre con estados emocionales incómodos como la ansiedad, el cansancio, la tristeza, la insatisfacción, el aburrimiento, la soledad… La comida es una de las fuentes primarias de placer, por lo que es fácil encontrar en ella una falsa «salida», que consolida el patrón de hambre emocional y/o ansiedad por la comida.
Ciertos tipos de alimentos, como el azúcar o las grasas nos hacen sentir mejor porque evolutivamente los hemos necesitado para sobrevivir. El placer al comerlos es el mecanismo que la evolución ha ingeniado para buscar este tipo de alimentos.
Cuando conectamos ese placer con la supresión de un estado de ánimo o emoción que experimentamos como incómodos o desagradables, aprendemos de forma inconsciente que la comida puede ser una buena herramienta para gestionar las emociones. Entonces aprendemos a buscar el equilibrio emocional mediante la comida, pero la realidad es que el hambre emocional no se sacia comiendo. Esto solo aumenta los problemas: ese vacío continúa y además, aparecen la culpa y frustración por comer mucho, mal, y por no saber cómo controlar la ansiedad por comer.
Ana Canet Amesti